Qué Creemos
( Resumen )
La Biblia: Creemos que toda la Biblia en cada una de sus palabras es inspirada por Dios y que constituye la autoridad máxima en asuntos de creencias y de conducta para los cristianos. (2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:21).
Dios: Creemos que Dios es uno y el único creador y sustentador soberano de todo lo que existe y que subsiste en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuando usamos la palabra “Dios” normalmente nos referimos al Padre, pero sostenemos que Jesucristo y el Espíritu Santo también tienen naturaleza divina (Deut. 6:4; Mat. 3:16-17; 28:19; 1 Cor. 12:4-6; 2 Cor. 13:14; Juan 1:1; Hechos 5:3-4).
Jesucristo: Creemos que Jesucristo es Dios y hombre a la vez, que fue engendrado por el Espíritu Santo en la virgen María, que él vivió sin pecar, murió y fue resucitado para perdón de todos los pecados, y que el ser humano se beneficia de esto por la fe como resultado de la gracia de Dios. Creemos que Jesucristo es el Señor de todos, esto es, el dueño y soberano de todo y de todos, y que volverá de manera visible y corporal a establecer un reino de justicia (Col. 2:9; Lucas 1:35; Heb. 4:15; 1 Cor. 15:3-4; Col. 2:13-14; Efesios 2:8-9; 1 Tim. 6:15; Apocalipsis 1:7).
El Espíritu Santo: Creemos que El Espíritu Santo es Dios y que vive en el interior de todos los que genuinamente han nacido de nuevo, a quienes otorga dones para servir y los guía para vivir agradando a Dios. Creemos que los dones del Espíritu se deben usar bajo los lineamientos bíblicos y que el bautismo del Espíritu Santo ocurre en el momento de la conversión. (Hechos 5:3-4; Juan 14:17; 1 Cor. 12:7; Romanos 8:14; 1 Cor. 14; 1 Cor. 12:13).
El Hombre: Creemos que el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, y esto le confiere un gran valor y potencial. Creemos que el primer hombre pecó, y como resultado él y todos sus descendientes están espiritual muertos, esto es, separados de Dios. Todos los seres humanos nacen con una naturaleza pecaminosa y pecan por su propia elección, permaneciendo en esclavitud al pecado y bajo condenación hasta que experimentan la regeneración (Génesis 1:26-27; Romanos 5:12; Efesios 2:1-3; Rom. 3:23; Sal. 51:5; Rom. 3:9-12; 6:17; 5:18; Tito 3:5-7).
La Salvación: Creemos que Dios Padre ha provisto la muerte y la resurrección de su eterno Hijo Jesucristo para que mediante la obra regeneradora del Espíritu Santo todo aquel que se arrepiente (abandonando la práctica del pecado) y cree en Jesucristo como Señor y Salvador llegue a ser una nueva creación, libre de condenación y con vida eterna acreditada a su favor. Creemos que la salvación es completamente por gracia por medio de la fe, no por obras y que algunas evidencias de esa salvación en la vida de los creyentes son el bautismo, las buenas obras y la perseverancia en la esperanza del evangelio (Marcos 1:15; Juan 3:16; Hechos 3:19; 16:31; 17:30; Tito 3:5; 2 Cor. 5:17; Rom. 8:1; Juan 5:24; Efesios 2:8-9; Hechos 2:41; Tito 3:8; Efesios 2:10; Colosenses 1:21-23; Hebreos 3:14).
La Iglesia: Creemos que la iglesia es tanto universal como local. La iglesia es universal en lo que se refiere al grupo de todos los creyentes en todo lugar bajo la cabeza que es Jesucristo. La iglesia es local en lo que se refiere a un grupo visible de creyentes que se congregan regularmente para adorar a Dios, celebrar las ordenanzas, predicar la Palabra de Dios para evangelización del perdido y edificación del convertido, para estimularse al amor y a las buenas obras, siendo guiada por un liderazgo bíblico. Las ordenanzas que la iglesia celebra son el bautismo y la cena del Señor. (Efesios 1:22-23; 1 Corintios 16:19; Mateo 28:19; 1 Corintios 11:23-25).
Los Ángeles: Creemos que los ángeles son seres reales y que los hay santos y caídos. Los ángeles santos sirven a Dios y a sus escogidos, mientras que los ángeles caídos, bajo el liderazgo de Satanás, buscan por todos los medios la deshonra de Dios y la ruina del cada ser humano. (Apocalipsis 12:7; Hebreos 1:14; 1 Pedro 5:8-9; Lucas 8:12)
Los Eventos Futuros: La iglesia espera el regreso inminente de Cristo en poder y gloria, en el cual será arrebatada para ser transformada y volver con Cristo al mundo. Entonces, él pondrá a sus enemigos por estrado de sus pies, resucitará a todos los muertos y los traerá a juicio. Los justos serán recompensados por sus obras, y los impíos irán al castigo eterno. Finalmente, los elementos del universo serán quemados para dar lugar a nuevos cielos y tierra nueva, sobre la que descenderá la Ciudad de Dios, y donde morarán los santos por la eternidad con Cristo, quien entregará todo el reino a Dios (Juan 17:3; 1 Corintios 15:24-28; Efesios 5:5; 1 Tesalonicenses 4:13-5:11; 2 Pedro 3:10; Apocalipsis 20:15; 21-22).
La Conducta Cristiana: Creemos que el creyente demuestra su fe por medio de sus actitudes y acciones amables, bondadosas y santas, absteniéndose de las inmoralidades sexuales e idolatrías, siendo justo en todos sus tratos, sujetándose a las autoridades, defendiendo la vida humana, en pro sólo del matrimonio entre un hombre y una mujer (1 Tesalonicenses 4:3-4; 1 Corintios 6:18; 10:14; Tito 2:11-12, Santiago 2:18; Romanos 13:1-15; 1 Juan 3:15; Mateo 19:4-8).
( Detallado )
- Su revelación: Dios se ha dado a conocer al hombre por su revelación general (la creación, Salmos 19:1-4, Romanos 1:19-20; y la conciencia, Romanos 2:14-15) y por su revelación especial (Cristo y la Biblia, Hebreos 1:2-3; 2 Timoteo 3:16). Aunque la revelación general de Dios nos permite saber de su existencia, de su poder, de su autoridad, de su justicia, y bondad, no nos permite conocer de su salvación, lo cual sí queda claro mediante la revelación especial.
- Su inspiración plenaria verbal: La Biblia es la revelación escrita de Dios al hombre, y de esta manera los sesenta y seis libros de la Biblia que nos han sido dados por el Espíritu Santo constituyen la Palabra de Dios plenaria, es decir, inspirada en todas sus partes por igual (1 Corintios 2:7-14; 2 Pedro 1:20-21). La Palabra de Dios es una revelación objetiva, proposicional (1Tesalonicenses 2:13; 1 Corintios 2:13), verbalmente inspirada en cada palabra (2Timoteo 3:16), absolutamente inerrante en los documentos originales, infalible y exhalada por Dios.
- Su claridad: La Escritura no es un conjunto de documentos misteriosos encriptados, son escritos claros, correctos y entendibles. Aunque la Biblia contiene misterios (Deuteronomio 29:29), su mensaje es claro en términos generales. A esto lo llamamos perspicuidad.
- Su interpretación: La manera más objetiva de interpretar la Biblia es la literal, con atención al contexto histórico y a la estructura gramatical, sus distintos géneros literarios y a sus figuras de lenguaje, así como a sus afirmaciones teológicas acumulativas desde Génesis hasta el Apocalipsis. Por este acercamiento entendemos que los capítulos de apertura de Génesis presentan la creación en seis días literales (Génesis 1:31; Éxodo 31:17). Cada pasaje de la Escritura puede tener múltiples aplicaciones pero solo una interpretación verdadera. El significado de las Escrituras depende también de la iluminación del Espíritu Santo (Juan 7:17;16:12-15; 1 Corintios 2:7-15; 1Juan 2:20). Es responsabilidad de los creyentes estudiar para llegar a la verdadera intención y significado de cada Escritura, reconociendo que la aplicación apropiada es obligatoria para todas las generaciones.
- Su autoridad: La Biblia constituye la única norma infalible de fe y práctica (Mateo 5:18; 24:35; Juan 10:35; 16:12-13; 17:17; 1 Corintios 2:13; 2Timoteo 3:15-17; Hebreos 4:12; 2Pedro 1:20-21). La verdad de las Escrituras está en una posición en la que juzga a los hombres, quienes nunca están en una posición de juzgarla a ella.
- Su inerrancia: Dios habló en su Palabra escrita mediante un proceso de doble autoría. Por un lado, el Espíritu Santo las inspiró siendo Dios, y a la vez, guioa los autores humanos para que a través de sus personalidades individuales y diferentes estilos de escritura, compusieran y escribiera n la Palabra de Dios para el hombre (2Pedro 1:20-21). Esos escritos inspirados son sin error (Mateo 5:18; 2 Timoteo 3:16). Cuando la Biblia es interpretada debidamente no afirma nada que sea falso ni contrario a los hechos.
- Su suficiencia: La Biblia contiene todas las palabras que Dios quiso que su pueblo tuviera en cada etapa de la historia. La Escritura es completa en sus sesenta y seis libros. A parte de ella, no hay otra lámpara espiritual para saber qué creer y cómo vivir agradando a Dios (Salmos 19:7-11).
- Su preservación: No hay Escrituras inspiradas por Dios que hayan sido perdidas (Salmos 119:89; Isaías 59:21). Los propósitos divinos que han sido publicados en las Escrituras no se verán frustrados ni en el más mínimo detalle (Mateo 5:18; 24:35; 13:31; Lucas 16:17).
- Su existencia. La Biblia dice que Dios ha existido de manera autosuficiente y eterna (Génesis 1:1; Romanos 11:36; Salmos 90:2). Es un deber de cada ser humano el creer en la existencia de Dios (Hebreos 11:6), y es un necio pecado el negarla (Salmos 10:4; 14:1). A Dios se le puede conocer de manera personal (Juan 17:3) aunque no de manera exhaustiva (1 Timoteo 6:16).
- Su esencia Tri-una: No hay más que un Dios vivo y verdadero (Deuteonomio 6:4; Isaías 45:5-7; 1 Corintios 8:4), un Espíritu infinito, que todo lo sabe (Juan 4:24), perfecto en todos sus atributos, uno en esencia, existiendo eternamente en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14), mereciendo adoración y obediencia cada uno por igual.
- Sus atributos: Dios el Padre, la primera persona de la Trinidad, ordena y dispone todas las cosas de acuerdo a su propósito y gracia (1Corintios 8:6). Él es el Creador de todas las cosas (Génesis 1:1-31). Como el único Gobernante absoluto y Omnipotente en el universo, Él es soberano en la creación, providencia y redención (Romanos 11:36). La Biblia dice que Dios es eterno (Salmos 90:2), independiente (Juan 5:26), inmutable (Salmos 102:25-27), Invisible (Juan 1:18), todopoderoso (Mateo 19:26), omnipresente (Salmos 139:7-10), todo lo sabe (Romanos 11:33-34), es Uno sólo (Deuteronomio 4:35; 6:4); y a la vez Trino (Mateo 3:16-17); está siempre cerca (Hechos 17:28), y lo supera todo (1 Reyes 8:27), es perfecto (Mateo 5:48), es amor (1 Juan 4:8), es bendito (1 Timoteo 1:11), bueno (Marcos 10:18), celoso (Exodo 34:14), es espíritu (Juan 4:24), es glorioso (Salmos 27:4), es lleno de gracia (Efesios 2:7), siente ira (Juan 3:36), es justo (Salmos 7:9), misericordioso (Exodo 34:6), ordenado (1 Corintios 14:33, 40), paciente (Romanos 2:4; 9:22), paterno (Mateo 3:17), sabio (Job 9:4), santo (Isaías 6:3), soberano (1 Crónicas 29:11), sufriente (Génesis 6:6), veraz (Juan 17:3), y personal (Génesis 1:27).
- Sus propósitos: Dios ha determinado para su propia gloria todas las cosas que suceden (Efesios 1:11). Él continuamente sostiene, dirige y gobierna a todas las criaturas y a todos los acontecimientos (1Crónicas 29:11). En su soberanía Él no es ni el autor del pecado ni quien lo aprueba (Habacuc 1:13; Juan 8:38-47), ni tampoco anula la responsabilidad de criaturas morales e inteligentes (1Pedro 1:17).
- Su Paternidad: Su paternidad involucra tanto su designación dentro de la Trinidad como su relación con la humanidad. Como el Creador Él es Padre de todos los hombres (Efesios 4:6), pero Él únicamente es el Padre espiritual de los creyentes (Romanos 8:14; 2Corintios 6:18).
- Su voluntad decretiva y preceptiva: Dios lo rige todo por el sabio decreto de su voluntad eterna e irresistible (Salmos 115:3) y ha dado al hombre preceptos para que los cumpla (Mateo 7:21).
- Su elección: En su gracia ha escogido desde la eternidad pasada a aquellos a quienes Él ha determinado que sean suyos (Efesios 1:4-6).Él salva del pecado a todos los que vienen a Él por medio de Jesucristo y los adopta como sus hijos ( 1:12; Rom. 8:15; Gál. 4:5; Heb. 12:5-9).
- La existencia del mal. La existencia temporal del mal no es muestra de que Dios es impotente, insensible o malvado, es muestra de que Dios es inescrutablemente sabio y soberano (Romanos 9:20-21). Dios hará justicia perfecta a Su tiempo para todos y en todo sentido (Romanos 3:9-10, 23-26; 2 Tesalonicenses 1:6-10).
- Es Dios creador y sustentador: Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, posee todos los atributos divinos y en estos Él es igual a Dios Padre, consubstancial y coeterno con Él (Juan 10:30; 14:9). Dios el Padre creó todo de acuerdo a su propia voluntad, a través de su Hijo, Jesucristo, por medio de quien todas las cosas continúan existiendo y operando (Juan 1:3; Colosenses 1:15-17; Heb. 1:2).
- Es hombre: Jesucristo era Dios encarnado (Juan 1:1, 14). La kenosis: En la encarnación Cristo no abandonó nada de la esencia divina, ni en grado ni en tipo, sino solamente la manifestación temporal de su gloria y de la plena expresión de sus atributos divinos. En su encarnación, la segunda persona de la Trinidad, existiendo eternamente, aceptó todas las características esenciales del ser humano y de esta manera se volvió el Dios-hombre (Filipenses 2:5-8; Colosenses 2:9). La unión hipostática: Jesucristo representa a la humanidad y deidad en una unidad indivisible (Miqueas 5:2; Juan 5:23; 14:9-10; Colosenses 2:9). El propósito de la encarnación fue revelar a Dios, redimir a los hombres y gobernar sobre el reino de Dios (Salmos 2:7-9; Isaías 9:6; Juan 1:29; Filipenses 2:9-11; Hebreos 7:25-26; 1 Pedro 1:18-19).
- Su nacimiento virginal: Nuestro Señor Jesucristo fue concebido sobrenaturalmente por el Espíritu Santo en una virgen, María (Isaías 7:14; Mateo 1:23-25; Lucas 1:26-35).
- Su santidad: Cristo experimentó las limitaciones propias de la naturaleza humana: se cansó (Juan 4:6); tuvo hambre (Mateo 4:2; 21:18); tuvo sed (Juan 19:28); durmió (Mateo 8:24). Pero en cada etapa de su vida, es decir, durante su infancia, su adolescencia, y su mayoría de edad, Él fue santo y sin pecado (Juan 8:46; 2 Corintios 5:21).
- Su muerte redentora: Nuestro Señor Jesucristo pagó nuestras deudas ante Dios Padre (expiación), aplacó Su ira provocada por nuestros pecados (propiciación), y obró nuestra liberación de la esclavitud espiritual (redención). Todo esto lo hizo por medio del derramamiento de su sangre y de su muerte sacrificial, voluntariaysustitutiva (vicaria) en la cruz (Juan 10:15; Romanos 3:24-25; 5:8; 1 Pedro 2:24). Debido a que la muerte de nuestro Señor Jesucristo fue eficaz, el pecador que cree es liberado del castigo, la paga, y el poder del pecado, y un día futuro también lo será de la presencia misma del pecado. Además, el pecador que cree en Cristo es declarado justo, es reconciliado con Dios, recibe vida eterna y es adoptado en la familia de Dios (Romanos 3:25; 5:8-9; 2 Corintios 5:14-15; 1Pedro 2:24; 3:18). Nuestra justificación es asegurada por la resurrección literal y física de los muertos de nuestro Señor Jesucristo. Él, después de haber ascendido, está a la diestra del Padre, donde ahora es nuestro mediador como Abogado y Sumo Sacerdote (Mateo 28:6; Lucas 24:38-39; Hechos 2:30-31; Romanos 4:25; 8:34; Hebreos 7:25; 9:24; 1 Juan 2:1).
- Su resurrección: Por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos Dios confirmó la deidad de su Hijo y demostró que Dios ha aceptado la obra expiatoria, propiciatoria y redentora de Cristo en la cruz. La resurrección corporal de Jesús también es la garantía de una vida de resurrección futura para todos los creyentes (Juan 5:26-29; 14:19; Romanos 1:4; 4:25; 6:5-10; 1 Corintios 15:20-23).
- Su segunda venida: Jesucristo regresará para levantar a la iglesia, la cual es su cuerpo, en el arrebatamiento, y traerla consigo en su regreso con poder y gloria (Hechos 1:9-11; 1Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 20:1-15). El Señor Jesucristo es aquel a través de quien Dios juzgará a toda la humanidad (Juan 5:22-23), tanto a los creyentes justificados como a los incrédulos injustos (Mateo 25:31-46; 1 Corintios 3:10-15; 2 Corintios 5:10), como a incrédulos injustos (Mateo 25:14-46; Hechos 17:30-31; Apocalipsis 20:11-15). Como el Mediador entre Dios y el hombre (1Timoteo 2:5), Cristo es la Cabeza de su Cuerpo que es la iglesia (Efesios 1:22; 5:23; Colosenses 1:18) y el Rey universal venidero, quien reinará en el trono de David (Isaías 9:6; Lucas 1:31-33).
- Es una persona y es Dios: El Espíritu Santo es una persona divina, eterna, no derivada, que posee todos los atributos de personalidad y deidad incluyendo intelecto (1 Corintios 2:10-13), emociones (Efesios 4:30), voluntad (1 Corintios 12:11), eternidad (Hebreos 9:14), omnipresencia (Salmos 139:7-10), omnisciencia (Isaías 40:13-14), omnipotencia (Romanos 15:13) y veracidad (Juan 16:13). En todos los atributos divinos y en sustancia Él es igual al Padre y al Hijo (Mateo 28:19; Hechos 5:3-4; 28:25-26; 1 Corintios 12:4-6; 2Corintios 13:14; cp. Jeremías 31:31-34 con Hebreos 10:15-17).
- Su papel en el plan redentor: El Espíritu Santo ejecuta la voluntad divina con relación a toda la humanidad. Reconocemos su actividad soberana en la creación (Génesis 1:2), la encarnación (Mateo 1:18), la obra de salvación (Juan 3:5-7), y la revelación escrita (2Pedro 1:20-21). Fue Él quien guio a los apóstoles y profetas en toda la verdad conforme ellos se entregaban a escribir la revelación de Dios, la Biblia.
- Su ministerio presente: La obra del Espíritu Santo en esta época comenzó en Pentecostés cuando Él descendió del Padre como fue prometido por Cristo (Juan 14:16-17; 15:26) para iniciar y completar la edificación del Cuerpo de Cristo, el cual es su iglesia (1 Corintios 12:13). El amplio espectro de su actividad divina incluye convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio; glorificando al Señor Jesucristo y transformando a los creyentes a la imagen de Cristo (Juan 16:7-9; Hechos 1:5; 2:4; Romanos 8:9; 2 Corintios 3:6; Efesios 1:13). A todos los creyentes el Espíritu los santifica, regenera, sella, unge, bautiza, dota y habita desde el momento de su conversión a Cristo (Tito 3:5; Efesios 1:13; 1 Juan 2:20; 1 Corintios 12:13, 7; Romanos 8:9). Es deber de todos los que han nacido del Espíritu el ser llenos (controlados) y guiados por el Espíritu (Juan 16:13; Gálatas 5:16; Efesios 5:18).
- Sus dones: El Espíritu Santo administra dones espirituales a la iglesia. El Espíritu Santo no se glorifica a sí mismo ni a sus dones por medio de muestras ostentosas, sino que glorifica a Cristo al implementar su obra de redención en los perdidos y de edificación de los creyentes en la santísima fe (Juan 16:13-14; Hechos 1:8; 1 Corintios 12:4-11; 2Corintios 3:18). Dios el Espíritu Santo es soberano al otorgar sus dones para el perfeccionamiento de los santos hoy día.Al principio de la era apostólica Él dio dones milagrosos de revelación divina y de sanidad con el propósito de confirmar la autenticidad del mensaje de los apóstoles (Hebreos 2:3-4; 2 Corintios 12:12). También dio dones de ministerioalos creyentes para que se edifiquen los unos a los otros. Al completarse la revelación del Nuevo Testamento,los dones milagrosos y de revelación ya no fueron necesarios para certificar el mensaje de un hombre de Dios (1 Corintios 13:8-12). Además, los dones milagrosos pueden ser falsificados por Satanás al punto de engañar aun a creyentes (Mateo 24:24). Dios oye y responde a la oración de fe por los enfermos, los que están sufriendo y los que están afligidos y responderá de acuerdo con Su propia voluntad perfecta(Lucas 18:1-6; Juan 5:7-9; 2Corintios 12:6-10; Santiago 5:13-16; 1Juan 5:14-15). Enla actualidad nadie ha podido demostrar tener el auténtico don de sanidad bíblico.
EL SER HUMANO
- Su creación: El ser humano fue directa e inmediatamente creado por Dios a su imagen y semejanza, libre de pecado con una naturaleza racional, con inteligencia, voluntad, determinación personal y responsabilidad moral para con Dios (Génesis 2:7, 15-25; Santiago 3:9).
- Su propósito original: La intención de Dios en la creación del hombre fue que viviera para la gloria de Dios, disfrutando de Él siempre, cumpliendo su voluntad. Dios bendijo al hombre para que fructificara, se multiplicara, poblara el mundo y para que ejerciera dominio sobre él (Génesis 1:28; Isaías 43:7; Colosenses 1:16; Apocalipsis 4:11).
- Su género: Dios creó el género y la sexualidad humana (Génesis 1:27; Mateo 19:4). El género no es confuso, ni flexible o determinado por la preferencia humana, ni mucho menos resultante de un proceso accidental de evolución.El género de una persona es definido permanentemente desde su concepción y se revela en el nacimiento. El hombre y la mujer fueron creados de manera diferente y recibieron una asignación de roles de parte de Dios con responsabilidades especiales en la familia, sociedad e iglesia según ese género. Dios espera que cada persona viva de acuerdo con el género que le fue concedido por Él y que sea usada para su gloria. Desviarse de esto es rebelión contra Dios (Romanos 1:24-27).
- Su matrimonio. El matrimonio es una institución sagrada (Génesis 2:24; Mateo 19:3-6) entre un varón y una mujer, que se unen ante Dios invocando su bendición con los propósitos de acompañarse (Génesis 2:18), disfrutar la sexualidad (Génesis 2:24; Proverbios 5:28-29), procrear (Génesis 1:28), y proyectar la eterna unión de Cristo con su iglesia (Efesios 5:22-31) hasta que la muerte los separe (Mateo 19:6; Romanos 7:2).
- Su esencia: El pecado es la infracción de la ley de Dios (1 Juan 3:4); es todo pensamiento, actitud u obra activa o pasiva que no se conforma a la naturaleza o a la voluntad de Dios.
- Su origen: El pecado tuvo su origen universal en Satanás (1 Juan 3:8; Génesis 3:1; Apocalipsis 12:9). En la raza humana, el pecado tuvo su origen con Adán y Eva (Romanos 5:12-15). En cada individuo, el origen del pecado está en su corazón (Jeremías 17:9; Mateo 15:19). Por el pecado de Adán, el hombre perdió su inocencia, incurrió en la pena de muerte espiritual y física, se volvió sujeto a la ira de Dios, y se volvió inherentemente corrupto e incapaz de siempre escoger o hacer lo que es aceptable a Dios. El hombre, sin la gracia de Dios, es incapaz resolver su problema de pecado y está perdido sin esperanza alguna. (Juan 3:36; Romanos 3:23; 6:23). Por lo tanto, la salvación es en su totalidad la obra de la gracia de Dios por medio de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo.
- Sus alcances: Debido a que todos los hombres de todas las épocas de la historia estaban en Adán, se les ha transmitido una naturaleza corrompida por el pecado de éste, siendo Jesucristo la única excepción. Por lo tanto, todos los hombres son pecadores por naturaleza, por decisión personal y por declaración divina (Salmos 14:1-3; Jeremías 17:9; Romanos 3:9-18; 3:23;5:10-12). El pecado ha afectado a toda la creación, por lo cual también espera el día de su redención (Romanos 8:20-22; 2 Pedro 3:10, 13).
- Su solución: Todos los pecados personales de un creyente son perdonados por causa de la muerte de Cristo (1 Corintios 15:3; Colosenses 1:14; 2:13), y el pecado que le fue imputado de Adán ha sido perdonado por la resurrección de Cristo (1 Corintios 15:20-22). Aunque la vieja naturaleza pecaminosa fue juzgada y condenada en la cruz de Cristo (Romanos 8:2-4), su presencia aun permanece en el cuerpo mortal del creyente (Romanos 7:18, 23). Esta maldición no será quitada hasta que estemos con Cristo. Mientras llega ese día, el creyente debe considerarse muerto al pecado (Romanos 6:1-14), presentar su vida y sus miembros al servicio de Dios (Romanos 6:13, 19; 12:1), y depender del poder y de la guía del Espíritu Santo para mortificar al pecado en su vida y vivir como Dios manda (Romanos 8:9-14; Gálatas 5:16). Cuando el creyente peca, debe procurar con arrepentimiento sincero la confesión de todo pecado (1 Juan 1:9), el apartarse de la práctica del pecado (Proverbios 28:13) y la sustitución de las practicas pecaminosas por hábitos edificantes (Efesios 4:22-24).
LA SALVACIÓN
- Su esencia: La salvación es totalmente de Dios por gracia basada en la redención de Jesucristo, en el mérito de su sangre derramada, y no en los méritos humanos u obras (Juan 1:12; Efesio 1:7; 2:8-10; 1Pedro 1:18-19).
- La regeneración: La regeneración es una obra sobrenatural del Espíritu Santo mediante la cual la naturaleza divina y la vida divina son dadas a un pecador espiritualmente muerto (Juan 3:3-7; Tito 3:5). Es instantánea y llevada a cabo únicamente por el poder del Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios cuando el pecador en arrepentimientoresponde con fe a la provisión divina de la salvación (1 Pedro 1:23). La regeneración genuina es manifestada en frutos dignos de arrepentimiento que se demuestran en actitudes y conducta justas. Las buenas obras serán su evidencia apropiada y fruto (1 Corintios 6:19-20; Efesios 2:10), y serán experimentadas hasta el punto en el que el creyente se somete al control del Espíritu Santo en su vida por la obediencia fiel a la Palabra de Dios (Efesios 5:17-21; Filipenses 2:12b; Colosenses 3:16; 2 Pedro 1:4-10). Esta obediencia hace que el creyente sea conformado más y más a la imagen de nuestro Señor Jesucristo (2Corintios 3:18). Tal conformidad llegará a su clímax en la glorificación del creyente en la venida de Cristo (Romanos 8:17; 2Pedro 1:4; 1Juan 3:2-3).
- La elección: La elección es el acto de Dios mediante el cual, antes de la fundación del mundo, Él escogió en Cristo a aquellos a quienes Él en su gracia regenera, salva y santifica (Romanos 8:28-30; Efesios 1:4-11; 2Tesalonicenses 2:13; 2Timoteo 2:10; 1Pedro 1:1-2). La elección soberana no contradice o niega la responsabilidad del hombre de arrepentirse y creer en Cristo como Salvador y Señor (Ezequiel 18:23, 32; 33:11; Juan 3:18-19, 36; 5:40; Romanos 9:22-23; 2Tesalonicenses 2:10-12; Apocalipsis 22:17). No obstante, debido a que la gracia soberana incluye tanto el medio para recibir la dádiva de salvación como también la dádiva misma, la elección soberana resultará en lo que Dios determina. Todos aquellos a quienes el Padre llama a sí mismo vendrán con fe y todos los que vienen con fe, el Padre los recibirá (Juan 6:37-40, 44; Hechos 13:48; Santiago 4:8).
El favor inmerecido de Dios que concede a pecadores totalmente depravados no está relacionado ni a alguna iniciativa de su parte ni a que Dios sepa lo que puedan hacer de su propia voluntad, sino que es absolutamente a partir de su gracia soberana y misericordia, sin relación alguna con cualquier otra cosa fuera de Él (Efesios 1:4-7; Tito 3:4-7; 1Pedro 1:2).La elección no debe ser vista como si estuviera basada meramente en la soberanía abstracta. Dios es verdaderamente soberano pero Él ejercita esta soberanía en armonía con sus otros atributos, en particular su omnisciencia, justicia, santidad, sabiduría, gracia y amor (Romanos 9:11-16). Esta soberanía siempre exaltará la voluntad de Dios de una manera que es totalmente consecuente con su persona como se revela en la vida de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 11:25-28; 2Timoteo 1:9). - La justificación: La justificación delante de Dios es el acto por el cuál Él sí mismo declara justos a quienes, a través de la fe en Cristo, se arrepienten de sus pecados y lo confiesan como Señor soberano (Lucas 13:3; Hechos 2:38; 3:19; 11:18; Romanos 2:4; 8:33; 10:9-10; 1 Corintios 12:3; 2Corintios4:5; 7:10; Filipenses 2:11; Isaías 55:6-7). Esta justicia es independiente de cualquier virtud u obra del hombre (Romanos 3:20; 4:6) e involucra la imputación de nuestros pecados a Cristo (Colosenses 2:14; 1Pedro 2:24) y la imputación de la justicia de Cristo a nosotros (1 Corintios 1:30; 2Corintios 5:21). Por medio de esto, Dios puede ser “el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:26).
- La santificación: Todo creyente es santificado (apartado) para Dios en la conversión y por lo tanto, declarado santo e identificado como un santo. Esta santificación es posicional e instantánea y no debe ser confundida con la santificación progresiva. La llamamos posicional porque tiene que ver con la posición del creyente, no con su vida práctica actual o condición (Hechos 20:32; 1 Corintios 1:2, 30; 6:11; 2Tesalonicenses 2:13; Hebreos 2:11;3:1; 10:10, 14; 13:12; 1Pedro 1:2).Al mismo tiempo, por la obra del Espíritu Santo también hay una santificación progresiva mediante la cual el creyente es llevado a un punto más cercano a la posición que disfruta por medio de la justificación. A través de la obediencia a la Palabra de Dios y con la capacidad dada por el Espíritu Santo, el creyente es capaz de progresar en la obediencia a la voluntad de Dios, volviéndose más y más semejante a nuestro Señor Jesucristo (Juan 17:17, 19; Romanos 6:1-22; 2Corintios 3:18; 1Tesalonicenses 4:3-4; 5:23).
Toda persona salva está involucrada en un conflicto diario, la nueva naturaleza en Cristo batallando en contra de la carne, pero hay provisión adecuada para la victoria por medio del poder del Espíritu Santo quien mora en el creyente. No obstante, la batalla permanece en el creyente a lo largo de esta vida terrenal y nunca se termina por completo. Toda afirmación de que un creyente puede erradicar el pecado de su vida en esta existencia terrenal, no es bíblica. Pero aunque la erradicación presente del pecado no es posible, el Espíritu Santo proporciona lo necesario para la victoria en esta área (Gálatas 5:16-25; Filipenses 3:12; Colosenses 3:9-10; 1Pedro 1:14-16; 1Juan 3:5-9).
- La seguridad: Todos los redimidos, una vez que han sido salvos, son guardados por el poder de Dios y de esta manera están seguros en Cristo para siempre (Juan 5:24; 6:37-40; 10:27-30; Romanos 5:9-10; 8:1, 31-39; 1 Corintios 1:4-8; Efesios 4:30; Hebreos 7:25; 13:5; 1Pedro 1:5; Judas 1:24). El privilegio de los creyentes es regocijarse en la certidumbre de su salvación por medio del testimonio de la Palabra de Dios, el cual con claridad nos prohíbe el uso de la libertad cristiana como ocasión para vivir en pecado y carnalidad (Romanos 6:15-22; Gálatas 5:13, 25-26; Tito 2:11-14).
- La separación: A lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento claramente se llama a los creyentes a separarse del pecado. Las Escrituras con claridad indican que en los últimos días la apostasía y la mundanalidad se incrementarán (2Corintios 6:14-18; 7:1; 1 Timoteo 4:1-3; 2Timoteo 3:1-5). A partir de una profunda gratitud por la gracia inmerecida de Dios que nos ha sido otorgada y debido a que nuestro Dios glorioso es tan digno de nuestra consagración total, todos los salvos debemos vivir de tal manera que demostremos nuestro amor reverente a Dios y de esta manera no traer deshonra a nuestro Señor y Salvador. Dios pues nos manda a que nos separemos de toda apostasía religiosa y prácticas mundanas y pecaminosas (Romanos 12:1-2; 1 Corintios 5:9-13; 2Corintios 6:14-18; 7:1; 1Juan 2:15-17; 2Juan 9-11). Los creyentes deben estar separados para nuestro Señor Jesucristo (2Tesalonicenses 1:11-12; Hebreos 12:1-2) y afirmar que la vida cristiana es una vida de justicia obediente(Mateo 5:2-12; Juan 3:1-10; Romanos 12:1-2; 2Corintios 7:1; Hebreos 12:14; 1Juan 3:1-10).
- Su esencia: La palabra iglesia literalmente significa los “llamados fuera”. En los tiempos bíblicos ese término se usaba en sentido general para referirse a una asamblea de personas. Los autores bíblicos adoptaron este vocablo y le dieron un uso especial para referirse al pueblo de Dios, esto es, a todos aquellos que, por elección divina, son llamados fuera de las multitudes para llegar a ser suyos. Éste término se usó para el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento (Deuteronomio 4:10; 9:10; 23:2; 1 Reyes 8:14, 65; Salmos 89:5 en la LXX; Hechos 7:38, Hebreos 2:12 que cita el Salmo 22:22), y es particularmente distintivo para referirse al pueblo de Dios en el Nuevo Pacto(111 veces en el Nuevo Testamento).
- Su origen: Siendo la iglesia el pueblo de Dios, su origen comenzó con la conversión de los primeros pecadores (Gén. 4:1) y se extenderá hasta el día que Cristo regrese, cuando sea salvo el último de los escogidos. Sin embargo, el pueblo de Dios ha experimentado cambios a lo largo del tiempo, de acuerdo a las edades que Dios mismo ha señalado en sus tiempos dentro de la historia de la redención. A partir de Hechos 2, la iglesia entró a una nueva etapa en la que comenzó a experimentar el aspecto inaugurado del Nuevo Pacto prometido (Jeremías 31:33-34; Ezequiel 36:26-27; Hechos 2:1-21, 38-47). En esta etapa de la historia , todos los nacidos de nuevo son colocados por el Espíritu Santo en el Cuerpo espiritual de Cristo (1 Corintios 12:12-13), también llamado la novia de Cristo (2 Corintios 11:2; Efesios 5:23-32; Apocalipsis 19:7-8), de la cual Él es la cabeza (Efesios 1:22; 4:15; Colosenses 1:18).
- Su composición: La iglesia en su sentido universal es el único cuerpo espiritual de Cristo formado por todos los elegidos de todos los tiempos y lugares. En este sentido, la iglesia universal es invisible y es una sola (Efesios 1:22; 5:25), y las personas se llegan a ser miembros de ella lo hacen mediante el acto espiritual invisible de la conversión. Éstos son dirigidos por el Espíritu de Dios a asociarse juntos en asambleas o iglesias locales. El establecimiento y continuidad de las iglesias locales es claramente enseñado y definido en las Escrituras del Nuevo Testamento (Hechos 14:23, 27; 20:17, 28; Gálatas 1:2; Filipenses 1:1; 1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1; Hebreos 10:25). Una iglesia local es pues el grupo de creyentes que, bajo a guía de un liderazgo de hombres bíblicamente calificados, se reúne de manera regular para adorar a Dios, celebrar sus ordenanzas, estudiar las Escrituras, orar y servirse por amor los unos a los otros y movilizarse en el cumplimiento de su misión. Ya que la iglesia local es visible, la personas llegan a ser parte de ella mediante actos visibles.
- Su autoridad: La autoridad suprema de la iglesia es Cristo quien en su soberanía y mediante las instrucciones de las Escrituras inspiradas por su Espíritu, define las condiciones parael liderazgo humano sobre ella. También por medio de las Escrituras, Cristo confiere dones, orden, disciplina y normas de adoración para las iglesias locales (1 Corintios 11:3; Efesios 1:22; Colosenses 1:18).
- Su gobierno: Las Escrituras establecen a los ancianos-pastores como las personas responsables de cuidar y guiar las iglesias locales. Otros sinónimos que usan las Escrituras para referirse a ellos son obispos, supervisores o administradores. Las Escrituras establecen condiciones claras en cuanto carácter y capacidades que los ancianos deben cumplir para ejercer dignamente el liderazgo en la iglesia (Hecho 20:17-31; 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9; 1 Pedro 5:2-3). Los diáconos prestan asistencia a los ancianos en la atención de la iglesia local sin ejercer gobierno. Estos también deben cumplir condiciones específicas para ejercer el puesto (1 Timoteo 3:8-13). Ancianos y diáconos deben servir como esclavos de Cristo ( 5:17-22) y la iglesia debe seguir el liderazgo de sus ancianos (Hebreos 13:7, 17).
- Su propósito: El propósito de la iglesia es glorificar a Dios (Efesios 3:21) al edificarse a sí misma en la fe (Efesios 4:13-16), al ser instruida en la Palabra (2Timoteo 2:2, 15; 3:16-17), al tener comunión (Hechos 2:47; 1Juan 1:3), al guardar las ordenanzas (Lucas 22:19; Hechos 2:38-42) y al extender y comunicar el evangelio al mundo entero (Mateo 28:19; Hechos 1:8; 2:42). Todo esto es responsabilidad mutua de todos los creyentes los unos con los otros (Mat. 18:5-14), como también la necesidad de ejercer disciplina entre los miembros de la congregación que están en pecado siguiendo las normas de las Escrituras (Mateo 18:15-22; Hechos 5:1-11; 1 Corintios 5:1-13; 2Tesalonicenses 3:6-15; 1Timoteo 1:19-20; Tito 1:10-16).
- Su vocación: Dios llama a todos los santos a participar activamente ensu obra (1 Corintios 15:58; Efesios 4:12; Apocalipsis 22:12). Por eso Él da a cada miembro dones espirituales. Por un lado Dios da a la iglesia personas con capacidades especiales para preparar a los creyentes para la obra del ministerio (Efesios 4:7-12). Por otro lado, Dios da capacidades únicas y especiales a cada miembro del Cuerpo de Cristo para servir (Romanos 12:5-8; 1 Corintios 12:4-31; 1Pedro 4:10-11). Cada uno, según el don que recibió de Dios, debe servir en la obra del Señor.
- Sus ordenanzas: A la iglesia local se le han dado dos ordenanzas: el bautismo y la Cena del Señor (Hechos 2:38-42). El bautismo cristiano por inmersión (Hechos 8:36-39) es el testimonio solemne y hermoso de un creyente mostrando su fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, y su unión con Él en su muerte al pecado y resurrección a una nueva vida (Romanos 6:1-11). También es una señal de comunión e identificación con el cuerpo visible de Cristo (Hechos 2:41-42). La Cena del Señor es la conmemoración y proclamación de su muerte hasta que Él venga, y siempre debe ser precedida por una solemne evaluación personal (1 Corintios 11:28-32). Mientras que los elementos de la Comunión únicamente representan la carne y la sangre de Cristo, la Cena del Señor es de hecho una comunión entre el Cristo resucitado y presente de una manera única y su pueblo (1 Corintios 10:16).
- Su autonomía local: La iglesia local es libre de cualquier autoridad externa o control, con el derecho de gobernarse a sí misma y con libertad de interferencias de cualquier jerarquía de individuos u organizaciones (Tito 1:5). Es bíblico que las iglesias verdaderas cooperen entre ellas para la presentación y propagación de la fe. No obstante, cada iglesia local, a través de sus ancianos y su estudio y aplicación de las Escrituras, debe ser autónoma en cuanto a la medida y en cuanto al método de su cooperación. Los ancianos deben determinar todos los demás asuntos en cuanto a ser miembros, normas, disciplina, benevolencia, así como también su gobierno (Hechos 15:19-31; 20:28; 1Corintios 5:4-7; 1Pedro 5:1-4).
- Su origen: Los ángeles fueron hechos por Dios antes de la creación del mundo (Job 38:7; Salmos 103:20, Colosenses 1:16). Siendo creados no deben ser adorados (Apocalipsis 19:10; 22:9). Ellos son un orden más elevado de creación que el hombre y fueron creados para servir a Dios y para adorarlo (Hebreos 1:6-7, 14; 2:6-7).
- Su naturaleza: Los ángeles son espíritus inmortales con personalidad, no se reproducen, y aunque son poderosos, tienen limitaciones en poder, espacio, inteligencia y santidad(Mateo 22:30; Hebreos 1:14). Su número es multitudinario y están organizados jerárquicamente (Colosenses 1:21; Efesios 6:12; Apocalipsis 5:11). Un grupo numeroso de ellos pecó en pos de Satanás, formando un ejército enemigo de Dios y de sus santos(Mateo 25:41; Apocalipsis12:9).
- Satanás: Satanás es un ángel creado y el autor del pecado. Él incurrió en el juicio de Dios al rebelarse en contra de su Creador (Isaías 14:12-17; Ezequiel 28:11-19), al llevar a varios ángeles con él en su caída (Mateo 25:41; Apocalipsis 12:1-14), y al introducir el pecado a la raza humana por su tentación de Eva (Génesis 3:1-15). Satanás es el enemigo abierto y declarado de Dios y del hombre (Isaías 14:13-14; Mateo 4:1-11; Apocalipsis 12:9-10), el príncipe de este mundo, quien ha sido derrotado mediante la muerte y resurrección de Jesucristo (Romanos 16:20); y que será eternamente castigado en el lago de fuego (Isaías 14:12-17; Ezequiel 28:11-19; Mateo 25:41; Apocalipsis 20:10).
- Los demonios: Son los ángeles corruptos que siguieron a Satanás. Un gran número de ellos están libres en la atmósfera (Efesios 6:10-12), y otros están confinados en un lugar no definido (2 Pedro 2:4; Judas 6).Son poderosos (Marcos 5:3); inteligentes (Hechos 16:16) y subordinados a Satanás (Mateo 25:41) con quién compartirán al final la misma condena. Los demonios se oponen a los planes de Dios (Daniel 10:10-14), pero Él los usa para realizar sus propósitos (1 Samuel 16:14; 2 Corintios 12:7). Ellos promueven la idolatría y las falsas doctrinas (1 Corintios 10:20; 1 Timoteo 4:1-3). Cuando pueden atormentan personas con enfermedades (Mateo 9:33), e incitan la incredulidad y todos los pecados (Lucas 8:12). Los creyentes han sido librados de su dominio (Colosenses 1:13), pero todavía deben resistir al diablo y sus tentaciones (Santiago 4:7) vestidos con toda la armadura espiritual que Dios les ha dado (Efesios 6:10-19).
LOS EVENTOS FUTUROS
- La muerte: La muerte física no involucra la pérdida de la conciencia inmaterial, sino una separación entre el alma y el cuerpo (Filipenses 1:21-24; Apocalipsis 6:9-11). Después de la muerte física, el alma de los redimidos pasa inmediatamente a la presencia de Cristo en un estado consciente de comunión gloriosa que llamamos “estado intermedio” en espera de la resurrección (Lucas 23:43; Filipenses 1:23; 2 Corintios 5:8). Las almas de los que no son salvos al morir son guardadas bajo castigo hasta el día de la resurrección (Lucas 16:19-26).
- La resurrección: La Biblia habla de la resurrección corporal de todos los hombres (Hechos 24:15), los justos a vida eterna (Juan5:29; 6:39; Romanos 8:10-11, 19-23; 2Corintios 4:14), y los impíos a juicio y castigo eterno (Daniel 12:2; Juan 5:29; Apocalipsis 20:13-15). Tras el regreso de Cristo, los creyentes fallecidos resucitarán recibiendo un cuerpo inmortal y glorificado para reinar con el Señor (Filipenses 3:21; 1 Corintios 15:23, 35-44, 50-54; 1 Tesalonicenses 4:13-17). Los impíos, por su parte, resucitarán para comparecer ante el Señor en el juicio, tras el cuál serán arrojados al lago de fuego, separados de la vida de Dios para siempre (Daniel 12:2; Mateo 25:41-46; Juan 5:29; 2Tesalonicenses 1:7-9; Apocalipsis 20:11-15).
- La Segunda Venida de Cristo y el arrebatamiento de la iglesia: El regreso de Cristo será personal, corporal, visible, y glorioso (Daniel 7:13-14; Mateo 24:30; 25:31; Hechos 1:11; 1Tesalonicenses 4:16; 2 Tesalonicenses 1:7-8; Tito 2:13; Apocalipsis 1:7). Cuando Él venga, los creyentes vivos serán transformados a un estado glorificado, arrebatados para recibir al Señor en el aire, y acompañarlo de vuelta en su llegada gloriosa a la tierra.
- El juicio: El día del juicio será uno para todos, en el cual las obras de cada uno serán evaluadas. Los justificados por gracia recibirán recompensas por su fidelidad y los impíos recibirán la justicia debida a su maldad (Romanos 14:10; 1 Corintios 3:11-15; 2Corintios 5:10).
- El estado eterno. Después del juicio final, los salvos entrarán al estado eterno de gloria con Dios, después del cual los elementos de esta tierra se disolverán y serán reemplazados con una tierra nueva donde sólo mora la justicia (2 Pedro 3:10, 12; Apocalipsis 21-22). Después de esto, la ciudad celestial descenderá del cielo (Apocalipsis 21:2) y será el lugar en el que moren los santos, donde disfrutarán de la comunión con Dios y de la comunión mutua para siempre. Nuestro Señor Jesucristo, habiendo cumplido su misión redentora, entonces entregará el reino a Dios el Padre (1 Corintios 15:24-28) para que en todas las esferas el Dios reine para siempre.